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martes, 8 de abril de 2014

La obra de Ludwig van Beethoven: sus sinfonías

Hola todo el mundo :)

Después de un largo periodo ausente, el blog vuelve a su actividad, y esta vez con la obra del magnífico maestro de Bonn, Ludwig van Beethoven, comenzando con un breve análisis de cada una de sus nueve sinfonías, escrito por Arturo Reverter y, claro, las sinfonías en formato mp3 para descargar.

Pero antes, una introducción al tema Beethoven, hablando de sus sinfonías, con el siguiente texto llamado "Descubrir un mundo". Que lo disfruten :)

Descubrir un mundo

El musicólogo italiano Giovanni Carli Ballola resume bien la personalidad estética de Beethoven en su obra sobre el compositor (Rusconi, Milán, 1985): “Fue artista de metabolismo estilístico, incesante y violento. De forma pareja a la que desarrollaron en su tiempo Monteverdi, Verdi o Stravinski, su creatividad estuvo inmersa en una tensión teleológica desconocida para los creadores de la época”. En el lenguaje de sus Sinfonías, preferentemente, podemos apreciar esa especificidad, aun cuando en ellas, como en otras obras, se gire siempre en torno a un clasicismo permanentemente revisitado, en el que se dan cita, dentro de un código estilístico depurado hasta sus últimas raíces, elementos de diversa procedencia que constituyeron,
con la base de las ideas iluministas, una síntesis formal grandiosa en la que juegan tanto factores de imitación –o recreación– de la naturaleza (Sinfonía Pastoral), como de esencia épica, de carácter monumental, no exento de retórica (Heroica, Novena), de índole rítmica (Séptima) o de sabor trágico (Quinta), que acaban por favorecer una depuración y austeridad casi milagrosas (como sucede, además de en el Adagio de la Sinfonía nº 9, en los últimos cuartetos o sonatas). Y siempre, como norma, la base de la polaridad entre los dos temas habituales de la estructura en forma de sonata. Aunque seguramente la máxima aportación beethoveniana resida en el afortunado tratamiento dado a la técnica de la variación constante, del trabajo sobre células o temas, incluso melodías propiamente dichas, que van cambiando paulatinamente de aspecto y que hacen avanzar a la música imparablemente.

Más que a Mozart, tan estricto en la forma y en el estilo, Beethoven se une a Haydn y hereda de él su poder de invención y originalidad, su tensa armonía, sus fricciones entre temas, aunque sin perder nunca el norte de la regularidad de las alteraciones, siguiendo, de más cerca o de más lejos, los esquemas clásicos. Y esta es la grandeza del genial sordo, que llevó al género a un punto de no retorno desde el que era muy difícil proseguir. De hecho ningún compositor posterior mantuvo la misma línea, aunque algunos como Schubert, Brahms y sobre todo Bruckner participaran con él en ciertos rasgos comunes, bien que, a juicio de Chantavoine, en realidad es en el drama wagneriano, en el segundo acto de Tristán o en el primero de Siegfried, en donde es preciso buscar: tal es la fuerza dramática de los temas, la elocuencia que se desprende de sus estructuras, de sus ritmos, de la energía de sus planteamientos armónicos; todo ello unido en una síntesis superior, “en un espíritu de consciente comunidad intelectual y simpatía hacia la vida y las fuerzas progresivas de su tiempo”, como señalaba inteligentemente Paul Bekker y ratificaba Adolfo Salazar.

Las nueve Sinfonías son todas distintas entre sí y aparecen estructuradas al tiempo con arreglo a unos principios comunes: unidad y coherencia internas, extensión de los desarrollos, codas monumentales y unos finale que tienden a constituirse en la cúpula de la obra y a combinar habitualmente la forma sonata con la de rondó o –es el caso de la Heroica– con la gran variación. A excepción de los cierres de la Primera y la Cuarta, que siguen en mayor medida la tradición clásica, las restantes poseen una relevancia y una tensión fuera de duda. La originalidad del compositor prevalece una vez más. Y se revela que, en realidad, no asumió forma alguna: antes bien, las creó todas, y las desarrolló. En cierto modo, como apuntaba Einstein, la hizo estallar, aunque lo cierto es que no hay, ni siquiera en sus últimas composiciones, un solo movimiento, un solo compás que se aparte de la lógica musical más estricta o que exija una justificación extramusical.

Arturo Reverter


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