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viernes, 18 de abril de 2014

Sinfonía no. 4 en Bb, op. 60 - Ludwig van Beethoven

Hola todo el mundo :)

Pues aquí yo, celebrando mi jueves santo escuchando a Beethoven, quien decía que "la música es el lenguaje de Dios", y pues como andamos en esas fechas...
Es broma :) pero mejor continuamos con la cuarta sinfonía de este gran genio, adelante :D

Sinfonía no. 4 en Bb, op. 60

Escrita en 1806. Estreno: marzo de 1807. Dedicada al conde Von Oppersdorf. “La grácil joven griega”, denominaba Schumann a esta composición a fin de resaltar su carácter neoclásico frente a las “dos gigantes escandinavas”, la Tercera y la Quinta. Es cierto que posee un equilibrio, una proporción y una belleza sin sombras que la acercan en sentido figurado al arte helénico. Está envuelta en una cierta pátina de misterio y una exultante, aunque bien matizada, alegría. La primera cualidad se aprecia sobre todo en la introducción Adagio, la más extensa nunca compuesta por el músico hasta el momento (40 compases). Un esquema rítmico de cuatro semicorcheas y una negra, paulatinamente modificado, dota de imparable energía al primer movimiento y abre la excitación que agitará a los otros tres. Ese Allegro inicial contrasta dos temas básicos, uno en notas staccato y otro presentado por las maderas. La reexposición, es decir la sección que repite, tras el desarrollo, los temas fundamentales, viene precedida por uno de los momentos mágicos de la sinfonía: una detención del tempo, un largo redoble del timbal de 26 compases, una paulatina intervención del tutti en un milagroso crescendo que conduce a un fortissimo tras el que rompe de nuevo la marea imparable del primer tema.

Berlioz opinaba que el Adagio sobrepasa “todo lo que la imaginación más ardiente podrá jamás soñar de ternura y voluptuosidad”. Recuerda por su forma híbrida al segundo movimiento de la Sinfonía nº 2. El motivo principal viene constituido por una melodía larga y extendida, cantabile, en cuya ajustada progresión advierte Grove un parentesco con el segundo motivo del Allegretto de la Séptima. El clarinete interviene en una segunda idea temática. El Menuetto tiene todo el carácter de un doble Scherzo. Y encierra, como la Séptima también, dos Tríos idénticos, aquí cantados por oboes y trompas. El tema base posee una atractiva inestabilidad. Cierra la obra uno de los movimientos más exultantes y dinámicos de todo Beethoven, un auténtico perpetuum mobile, implacable, como el de la –volvemos a mencionarla– Séptima; o del de la Octava, pero más sutil y rico en efectos tímbricos. Se manejan las dos o tres ideas que han ido surgiendo a la sombra del diseño rítmico inicial, con una enorme variedad y un humor de la mejor ley, que se extiende a la coda. El rapidísimo tema inaugural es cantado lentamente, en recurso muy haydniano, en el tránsito hacia el tourbillon final.

Arturo Reverter

Para descargar la sinfonía, da click a la imagen.

Si deseas alguna partitura de esta obra, manda un e-mail con tu petición aquí.

Ludwig van Beethoven - Symphony no. 4 in Bb, op. 60 (1806)

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